Una extraña sensación recorre mis venas, provocando un ligero cosquilleo en el estómago, y ganas ocultas de llorar. Mi vida, en este preciso instante que escribo, se ha convertido en luz y sombra, en impotencia, pero al mismo tiempo aprendizaje. Después de las peores dos semanas de mi vida, provocadas por el primer golpe directo que me ha tocado (después de varios años de haber logrado escapar de ese destino), las cosas parecían o parecen aclararse. Vaya, mi trabajo no termina, al contrario, se amplía. El destino tenía que cobrar su cuota para tenerme en donde estoy escribiendo. El día de hoy mi vida parece tomar de nuevo su camino, hacia un futuro por demás agradable, que me ha costado y que seguiré pagando tal vez hasta el día de mi muerte, pero que bien lo vale y con creces.
Todo parecía excelente. El descontrol desaparece poco a poco. Pero una llamada me transtorno la tarde y me devuelve a una realidad de la que había estado alejado. ¿Qué a mi me va mal?, caray, soy la persona más afortunada del mundo. Ahora puedo ver con toda claridad que mucha gente me estima y se preocupa por mí desinteresadamente. Gracias a todos ellos de corazón. Pero esa llamada me ha hecho sentir mal, en verdad mal.
Alfredo, un excelente hombre que durante los últimos años de vida de mi madre le brindó su corazón y se ganó con creces el de mi familia, un hombre al que amo, y le estaré eternamente agradecido por todo lo que hizo por ella y por mí. Él, un hombre amante de los deportes, sobretodo del fútbol, un excelente medio de contención que al verlo jugar evocaba al gran Alberto Coyote. Él, un hombre fuerte, acostumbrado a valerse por si mismo y a ganarse la vida con su esfuerzo, sin pedir nada a nadie. Él, me ha dejado sin poder decirle una sola palabra inteligente. Él me ha contado que el 9 de enero necesitó de dos operaciones de emergencia por culpa de una molestia en la pierna que llevaba años sin tratarse por restarle importancia y perdió la pierna.
Demonios, lo escribo como si nada pero el corazón me mata. No supe que decirle, solo que contaba con mi apoyo incodicional, que lo quería de corazón y ese estúpido cliché, ánimo Alfredo, lo importante es que estás con nosotros. ¡ESTUPIDO!, no tengo la menor idea de lo que en verdad siente en este instante y se me ocurre salir con esa tontería. Para él, un hombre que siempre se ha valido por si solo, que siempre trabajo de taxista, ahora qué?.
Lo único que puedo hacer por él es visitarlo, que se sienta querido y pensar en alguna solución, vaya, los carros automáticos solo ocupan de una pierna, conozco un amigo que no tiene ninguna y maneja, ya encontraré la forma de ayudarlo, por lo pronto iré a verlo, a abrazarlo y a prestarme a su servicio.
ANIMO MI ALFREDO, TODO SALDRÁ EXCELENTE MI AMIGO, RECUERDA QUE TE AMAMOS Y NO TE DEJAREMOS ABAJO
Y por favor, si creen el algún Dios, el que sea, regalenle una oración por mi amigo Alfredo.
jueves, 21 de febrero de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)


No hay comentarios.:
Publicar un comentario